El Papa Benedicto XVI se ha manifestado por primera vez sobre el caso de filtración de documentos vaticanos. Supuestamente, su ayuda de cámara robó cartas personales del Papa. El caso, que se está denominando como ‘Vatileaks’ ha llevado la “tristeza” al corazón del Pontífice, según sus propias palabras.
El obispo de Roma se ha manifestado así: “Los acontecimientos de estos días, referidos a la Curia y a mis colaboradores, han llevado tristeza a mi corazón; pero nunca se ha ofuscado la firme certeza de que, a pesar de las debilidades del hombre, las dificultades y las pruebas, el Espíritu Santo guía la Iglesia y el Señor la ayudará siempre sosteniéndola en su camino”.
“Sin embargo, -ha proseguido el Santo Padre- se han multiplicado las conjeturas, amplificadas por algunos medios de comunicación, del todo arbitrarias, y que han ido mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no se corresponde con la realidad. Deseo por ello alentar y renovar mi confianza a mis más estrechos colaboradores, así como a cuantos me ayudan en el cumplimiento de mi ministerio cotidianamente, con fidelidad, espíritu de sacrificio y en el silencio”.
Y es que, tal y como apunta el Papa ciertos sectores de la opinión pública están utilizando ‘Vatileaks’ para inventar, lanzar conjeturas, hacer extrapolaciones y construir hipótesis de los más descabelladas sobre el entorno del Vicario de Cristo.
Hay que apuntar que los medios de comunicación conocen mal la realidad de la Santa Sede, ya que trabaja en ella muy poca gente. Sin duda se trata de la administración y el gobierno más pequeño del mundo en comparación con la gran repercusión que tiene. Esa estanqueidad que caracteriza a la Santa Sede hace que los periodistas tengan pocas posibilidades de encontrar personas que sean interlocutores informativos. Si a esto se le suma la dosis de discreción habitual que caracteriza a la Iglesia católica, los medios de comunicación ven sus fuentes de información pautadas. Ese hecho da alas a algunos diarios para elucubrar sobre ideas sin más origen que su propia imaginación. Son medios que provocan desorientación y desinforman.
Hay que notar que la Santa Sede no solamente tiene el derecho a la reserva, sino que no todo lo que sucede, por ejemplo, en una instancia pública de un organismo institucional, debe ser público, ya que se deja la citada institución en una situación de gran vulnerabilidad.
El Papa sufrió un acto inmoral de inaudita gravedad
Monseñor Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado se refirió al asunto de las cartas robadas al Papa, en una entrevista publicada hoy por el diario “L'Osservatore Romano”. Becciu afirma que vio al Santo Padre “dolido, porque, por lo que se ha visto hasta ahora, alguien cercano a él parece responsable de comportamientos injustificables desde cualquier punto de vista”.
“Cierto, en el Papa prevalece la piedad por la persona implicada. Pero queda el hecho de que sufrió una acción brutal: Benedicto XVI ha visto publicadas cartas robadas de su casa, cartas que no son simple correspondencia privada, sino informaciones, reflexiones, manifestaciones de conciencia, incluso desahogos que recibió únicamente en razón de su ministerio. También por eso el Pontífice está particularmente dolido, por la violencia que han sufrido los autores de las cartas o los escritos dirigidos a él”.
A juicio del sustituto de la Secretaría de Estado, la publicación de estos documentos es “un acto inmoral de inaudita gravedad. Sobre todo porque no se trata únicamente de una violación, ya en sí misma gravísima, de la reserva a la que cualquiera tiene derecho, sino también de un vil ultraje a la relación de confianza entre Benedicto XVI y quien se dirige a él, también para expresar en conciencia una protesta”.
“No se robaron simplemente algunas cartas al Papa, se violentó la conciencia de quien se dirigió a él como al Vicario de Cristo, y se atentó al ministerio del Sucesor del Apóstol Pedro”, expresó.
Para el arzobispo Becciu, no se puede tratar de justificar la publicación de las cartas con una pretensión de transparencia y reforma de la Iglesia: no es lícito robar ni aceptar lo que otros han robado. “Son principios simples, quizá demasiado simples para algunos, pero lo cierto es que cuando alguien los abandona, se pierde fácilmente y lleva también a los demás a la ruina”.
Respecto a la imagen del Vaticano que se está transmitiendo estos días, el arzobispo afirma quesiente mucho que esté tan deformada, pero que “ello nos debe hacer reflexionar y estimularnos a todos nosotros a esforzarnos a fondo para hacer que se vea una vida más conforme con el Evangelio”.